BUSCA AMIGOS

MOSTRALE A TUS AMIGAS

sábado, 6 de septiembre de 2008

Joaquín Furriel






A punto de cumplir 34 años, el actor disfruta de su papel de galán de telenovela en Don Juan y su bella dama. En pareja con Paola Krum, confiesa que la llegada de su primera hija, Eloísa, les revolucionó la vida.

Siempre se ha manejado con la convicción de exponerse sólo cuando trabaja. Aún así, cuando lo hace, sus palabras son austeras, sus expresiones medidas y su actitud distante. El dirá que no es una postura sino la reacción espontánea de su timidez frente a esta exposición mediática que su trabajo de actor requiere, pero a la que el todavía no se acostumbra del todo. A pesar de esto, como lo ha hecho en los 10 años que lleva de carrera, soportará con profesionalismo una sesión de fotos en un restaurante de Martínez atestado de comensales, entre ellos varias chicas que no resisten la tentación de inmortalizar el encuentro con el nuevo galán de la televisión argentina. “Antes la pasaba mal. Pero fui entrando de a poco en este terreno y con los años aprendí a llevarlo, e incluso a disfrutar del encuentro con la gente”, apunta Joaquín Furriel (33), quien en otras épocas hubiera jurado que nunca sería un galán de telenovelas pero que hoy, actor reconocido, hombre enamorado y padre primerizo, es un don Juan orgulloso.

–Acabás de ser padre y debutaste como galán de telenovela de la tarde, ¿cómo definirías este 2008?
–Es un año para conocerme en lugares nuevos, en lo personal como padre y en lo profesional como galán. Salvando las distancias, las dos cosas son movilizadoras, cada una en lo suyo.

–¿Qué papel te desafía más?
–Yo en general no pienso las cosas como desafíos sino como posibilidades de crecimiento. Ser padre ha generado una revolución en mi vida, por supuesto. Creo que es inevitable que eso suceda y te obliga a un crecimiento.

–¿En qué cosas creciste?
(Se toma un tiempo para pensarlo.) –Todavía me resulta difícil poner en palabras lo que significa ser padre. Me llena de felicidad, como –supongo– a cualquier otra persona que pase por esta experiencia. Podría decirte que siento que recién ahora dejé de ser hijo, al menos en primer lugar, y eso lo cambia todo.
Eloísa Furriel nació el 11 de febrero. “Teníamos muchas ganas de ser padres”, dice en referencia a él y a su mujer desde hace tres años, la actriz Paola Krum (38), que está enteramente dedicada a la maternidad desde entonces. “Soy muy reservado con todo lo que me sucede en la vida íntima. Ni siquiera en el trabajo hablo de mi familia. No soy de los tipos que entran al estudio con la última foto de la hija y se la muestra a todos. Son cosas que reservo para mi familia y mis amigos, nada más”, cuenta.

–¿Haber aceptado convertirte en galán de telenovela también es parte de un crecimiento?
–Sí, creo que es un paso que pude dar después de un camino recorrido –en la profesión, por supuesto– pero sobre todo después de varios años haciendo otras cosas en televisión.

–Habiéndote formado en el Conservatorio de Arte Dramático, debés haber tenido que traspasar ciertos prejuicios para dar el paso…
–En aquel momento no sólo no pensaba en la televisión como un lugar al que quería llegar, sino que ni siquiera tenía televisión. No tengo una cultura de telespectador. Para nada. Y sí, mientras era estudiante tenía prejuicios, y creo que eran necesarios para seguir creyendo que el camino era estudiar una carrera en la que muchas veces no se valora la formación. Desde hoy, te puedo decir que para mí es tan importante la intuición como la posibilidad de poder tener una metodología y un plan de ruta que te permita decidir ética y estéticamente dónde vas.

–Ahora que ya estás en el circuito, ¿seguís formándote?
–Sí, el año pasado estudié con Augusto Fernandes. Este año no tengo tiempo pero seguro volveré el que viene. Creo que, como lo hace un médico, el actor tiene que profesionalizarse de manera constante. Yo aprendo muchísimo trabajando y creo que no hay nada más formador que actuar. Pero creo que también es necesario ese otro espacio donde uno se mueve libre para descubrir expresiones y recursos nuevos. Y también para entrenarse en papeles distintos. Porque para ser un galán necesitás cosas distintas que para ser un villano.

–¿Cómo te sentís como galán?
–Ahora, bien.

–¿Cuándo te sentiste mal?
–Al principio me sentía como en esos partidos de fútbol en los que no sabés dónde tenés que pararte. Pero de a poco fui encontrando mi lugar, me acomodé, lo entendí y ahora lo disfruto mucho. ¡Hasta me siento con potencial dentro del rubro!

–Antes renegabas y ahora querés ser galán para toda la vida. ¡Te aburguesaste!
(Risas.) –No, no quiero ser sólo galán como no quiero ser ningún otro personaje toda la vida. Creo que justamente lo que tiene de rico esta profesión es hacer distintas cosas, pero me gusta ser galán también. En cambio, no manejo los mismos criterios a la hora de elegir un laburo en teatro. Creo que la televisión es un sistema en sí mismo y lo que uno pone en la balanza ahí no es lo mismo que en otros trabajos.

–Pasaste de un programa como Montecristo, con un guión comprometido con un tema político como es el robo de niños durante la dictadura militar, a una historia de amor. ¿Cuánto influye el contenido de lo que contás cuando elegís un papel?
–Para mí es muy importante el contenido de lo que estoy contando. Lo que pasó con Montecristo fue absolutamente maravilloso, pero la realidad es que en lugar de esa historia podría haber funcionado otra cosa y todo hubiera cambiado. En la televisión el contenido importa pero es relativo. Lo único que no es relativo es el dinero. Cuando me ofrecieron contar una historia de amor clásica, me inquietó, porque para mi estructura es algo mucho más novedoso. Y la verdad es que está buenísimo. Hoy encuentro más placer en la diversidad, pero tengo convicciones y no haría un programa ideológicamente opuesto a mis valores.

–Sabés que tenés fama de serio y formal, incluso entre los actores, ¿no?
–Tengo excelente relación con todas las personas con las que trabajo, pero yo no voy a hacer amigos al trabajo. Tengo un gran grupo de amigos de la vida, que son de otro “palo” absolutamente, y que son los que de verdad me conocen. Y les divierte mucho que yo me muestre tan distinto. Igualmente, tampoco me gusta ni me interesa convertirme en “el serio” de bajo perfil de la televisión.

–Con lo arisco que sos a la exposición, ¿cómo te llevás con el público de una telenovela?
–Hasta ahora no me volví loco. Quizá porque ya tengo otra edad y diez años en el medio. Lo entiendo, sé cómo es y trato de encontrar el equilibrio. Me gusta recibir la devolución de la gente, porque en lo concreto uno trabaja para los técnicos. Este año conocí un público nuevo, el del mediodía, que es casi exclusivamente femenino. Y me gusta mucho jugar a ser el galán de la tarde.

Un chico de barrio
que trabaja de actor

“A mí me encanta mi trabajo, pero no deja de ser el complemento ideal para lo otro, que es todo lo que me pasa fuera del trabajo y que es lo más importante”, sentencia Joaquín. Nació en Adrogué el 26 de agosto de 1974. A los 13 empezó a actuar en un elenco del barrio y desde entonces supo que quería ser actor. Hijo de un comerciante y una psicopedagoga, creció en un hogar de clase media donde mamó “una cultura laboriosa”. Así fue cómo, sin ninguna necesidad, a los 14 empezó a rebuscárselas para conseguir su propio dinero limpiando piletas y haciendo tareas de jardinería con un amigo en las casaquintas de su barrio para irse de vacaciones. Siempre con la mochila al hombro, muchas veces en bicicleta y otras a pie, recorrió toda la Argentina, de Ushuaia a la Quiaca. Su pasión aventurera no mermó con los años: “Viajé varias veces al sudeste asiático. Fui a Vietnam, a Camboya, a Nepal, a la India, a Paquistán, a Malasia. Hice trekking por el Himalaya. Viajar y conocer otras culturas es una de las cosas que más me movilizan”. Cuando la conoció a Paola, no tardó en convencerla de que ella también se colgara una mochila y juntos se fueron a recorrer Indonesia. “Falta mucho todavía pero, una vez que mi hija crezca un poco, fantaseo con compartir con ella la experiencia de viajar”, se adelanta.

Hasta octubre, mes en que iniciará una gira por el interior con la obra de teatro Un guapo del 900, fuera de la rutina de 12 horas de grabación diaria de Don Juan y su bella dama, toda su energía estará destinada a vivir cada momento de Eloísa intensamente. “En los primeros meses hay una conexión madre e hija muy especial en la que el padre es más observador que actor, aunque su presencia no deje de ser esencial. Ahora empieza la etapa en que el padre es más protagonista, y no quiero perderme nada”, se entusiasma.

–¿En qué cambió tu mirada del mundo la llegada de tu hija?
–Me siguen preocupando, angustiando y enojando las mismas cosas que antes. No necesité de la paternidad para darme cuenta del mundo en que vivimos. Siempre estuve atento a lo que pasa a mi alrededor y me preocupa hacia dónde vamos como humanidad.

–¿Qué mundo te gustaría dejarle?
–¡Uh! Es muy grande la pregunta, pero hay una cosa concreta que tiene que ver con nuestro país, que me enoja, y es la cultura corrupta en la que vivimos. Me gustaría que creciera en una sociedad menos corrupta. Y un montón de otras cosas que las voy a compartir con ella.


Fuente: Para Ti, Texto Paula Bistagnino

1 comentario:

  1. Hola mi nombre es nelida:
    soy discapasitada motora,yo queria saber si este imail es de joaquin furriel y si llegaria se el sitio de el me agustari agundia poder conoserte. dede ya gracias
    cualquier cosa te dejo mis tel: celu 153594-3936 o 4724-0849 tambre te dejo mis imail es lagata_210183@hotmail.com o nelida_lombardini@yahoo.com.ar

    ResponderEliminar

ENCUESTAS