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martes, 28 de octubre de 2008

Juan Gil Navarro






Marcado por la maldad de sus personajes en televisión (Vidas Robadas) y en teatro (Una cierta piedad), el actor se revela como un interlocutor imperdible, que disfruta de las frases elegantes y de la seducción “bien entendida”. En la tranquilidad de un sábado suburbano, habló de su profesión, de su feliz matrimonio con Natalia y de sus, cada vez más fuertes, ganas de ser padre.
Enamorado de Londres, ciudad que conoció en 1998 y a la que vuelve cada vez que puede (la última fue hace apenas un año y en plan luna de miel) Juan suele pelearse con las costumbres autóctonas, con los ruidos y modales de una urbe que le resulta tan lejana (vive en San Fernando) como caótica. “Me encantaría que en Buenos Aires se respeten ciertos códigos de convivencia. Cada vez que me paro con el auto en la bocacalle, no sólo me torturan a bocinazos, sino que siempre hay un vivo que aprovecha la ocasión para pasarme. Una vez lo hizo una mujer con chapa diplomática y le pregunté si creía que podía venir a este país a hacer lo que no hacía en el suyo. No sé de dónde era, pero en un inglés muy fluido, me insultó animadamente y subió la ventanilla”. Así, a contramano de muchas direcciones, este muchacho educado en la pedagogía Waldorf forjó también su particular carrera actoral, que lo tuvo como posible galán de telenovelas y soñado príncipe azul, pero que cada vez más parece orientarse hacia el riesgo y la exploración.

-Como buen hijo de periodista sabrás que toda nota conlleva su trabajo previo de archivo. Te confieso que te hacía más serio y de repente me encontré con un tipo que coquetea mucho con el humor y la seducción. ¿Será porque siempre eran entrevistadoras mujeres?
-Más allá de esa azarosa coincidencia (sonríe), estoy convencido de que una respuesta irónica o tomarse el pelo con altura son herramientas muy elegantes de seducción. Uno de los primeros tipos al que escuché hacer eso es a Darín y si tu pregunta apuntaba hacia ese camino, no al del histeriqueo banal, me anoto. Sin dudas.

-Además de Darín, ¿qué otros referentes reconocés?
-(Piensa) George Clooney, un tipo que puede reírse de lo glamoroso que resulta tener una mansión en el lago Cuomo de Italia y que también puede poner el acento en asuntos como Darfur o en películas de corte político como Buenas noches, buena suerte…

-Hace poco definiste a tu personaje Ben de Una cierta piedad como deleznable. ¿Cómo se hace para componer a alguien así?
-Desde el “juego”, porque si dejo que interfiera mi juicio se vuelve insostenible. Una de las cosas que más sorprendió de Ben es que tiene 35 años y no puede elegir. Quiere tener todo: sus hijas, la farsa que vive con su esposa y también su amante. En ese contexto, su idea más “brillante” será la de fugarse, y no dar explicaciones a nadie.

-Si uno repasa la cartelera porteña hoy podria pensarse que nos resulta casi imposible mantener una relación estable, ¿o no?
-Sí, pero te diría que es casi una tendencia mundial. La adolescencia se extendió a límites antes jamás imaginados y en general, hay un profundo miedo al compromiso.

-Vos, sin embargo, te casaste con Natalia, tras sólo 9 meses de noviazgo ¿por qué?
-Es que en ese tipo de decisiones el deseo es tan fuerte y tanto mayor a cualquier miedo que no se trata de elegir, simplemente vas hacia delante. Natalia me cambió la vida, me devolvió la alegría y las ganas de reír.

-¿Qué te pasaba en ese momento?
-Estaba enfrentado a muchas cosas de mi trabajo y con firmes planes de agarrar el auto y escapar al sur a vivir de lo que fuera. Justo ahí conocí a Natalia y mi vida se re-encarriló aunque hay cosas que no negocio. Fundamentalmente, no acepto la falta de respeto, una costumbre muy extendida en este medio.

-Y como hombre casado, ¿no se te arman problemas ahora con papeles como el de Ben, donde le ponés el cuerpo (literalmente hablando) a una situación de adulterio?
-Mirá, no quiero ponerme obsecuente con mi mujer pero es tan hermosa y tan inteligente que no tiene ni atisbos de ese tipo de celos.

-Por ahora no tienen hijos, ¿te parece que puede ser una traba eso para cumplir tu sueño de trabajar en el exterior?
-No, con Natalia compartimos cierto espíritu gitano y nos interesa mucho la idea de criar a alguien en medio de la trashumancia. Que se identifique, ya desde chico, como ciudadano del mundo. La verdad es que tenemos muchas ganas de ser padres, por lo que me imagino que a mediados del próximo año tendremos novedades al respecto.

-¿Creés que serías un buen padre?
-Espero que sí, pero de lo que estoy seguro, es que Natalia será una excelente madre. Una vez Almodóvar dijo que las mujeres no sólo estaban mejor dotadas para vivir sino para manifestar que lo hacen. Yo fui criado por tres mujeres: mi madre, mi abuela y mi hermana y te aseguro que es así. Nosotros la careteamos mucho, pero ellas viven en serio. -

Fuente: Revista Luz
Autor: Pablo Steinmann Producción: Victoria Sánchez Guerrero. Fotos: Marcelo Dubini Agradecimientos: Brooksfield (Vestuario) y Dutch Café (Locación)


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