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miércoles, 20 de mayo de 2009

Antonio Birabent






Tuvieron que pasar veinte años y once discos para que Antonio Birabent comenzara a disfrutar de la música. “Antes, era más trabajosa para mí. Creo que había menos base, ahora todo fluye más. Puedo tocar sólo con la guitarra, grabar con una banda, pensar canciones cuasi literarias”. Su principal motivación para la escritura es una fuerte y extraña nostalgia por una Buenos Aires antigua. El hombre de ojos celestes no concibe salir a la calle sin anotadores y lápices. Toma nota de todo lo que se le cruza en el camino: “Es una melancolía alegre por una ciudad que no conocí, que no transité. A partir de libros y fotos, intuyo espacios que ya no están”.

–¿Esa nostalgia se la transmitieron sus padres durante el exilio en España?

–No lo creo. Mi amor por Buenos Aires está en los discos de Troilo y en los libros de (Baldomero) Fernández Moreno. Aunque la ciudad hoy me espanta más que otra cosa. Es el paroxismo de la mala educación y la desidia.

–¿Son los principales motivos del problema social que vivimos?

–Puede ser. Aunque lo que me produce más inseguridad es la crueldad, la estupidez, la brutalidad de los hombres hacia sus propios conciudadanos. Me produce inseguridad la decadencia moral.

–¿La música puede ser un antídoto?

–¡Claro que es un antídoto! Ahora más que nunca.


Antonio incursionó por diferentes caminos artísticos y expresivos. Si bien la música es su base y su esencia, también participó como actor en películas (Tango feroz, El impostor, Lisboa, Sabes nadar, Stephany o Pequeños milagros, entre otras) y series de televisión (“Verdad-consecuencia”, “Por ese palpitar” o “Epitafios”): “Todo lo que hago es desde el mismo lugar, por eso no me interesan, ni me sirven los rótulos”, advierte. Cuando se le pregunta en qué disciplina se siente mejor, prefiere hablar de sensaciones: “Tanto en la actuación como en la música hay una comunicación a través de la emoción. Para mí son dos campos que se tocan en muchos puntos”. Ahora le puso el cuerpo y la música al filme Días de mayo, la nueva película de Gustavo Postiglione: “Soy Dante, es un personaje que existe y no existe, esa condición fantástica, real e irreal a un mismo tiempo, fue lo que más me interesó del papel. Estoy en la película, interactúo con los demás y, al mismo tiempo, estoy al margen de todo, tengo casi una presencia fantasmal. Por supuesto que disfruté trabajar con Gustavo y componer el tema para el filme”.

El hijo del pionero del rock argentino señala que entre sus pasiones también está el fútbol. Confiesa que atrás quedaron sus tiempos de mediocampista, y que por edad descarta llegar a jugar de manera profesional: “Es el ejemplo perfecto del espíritu colectivo y de la amistad entre los hombres. Me emociona cuando un rival levanta a otro del piso. Prevalece el compañerismo a pesar de la competencia”. Aunque lo intente, no puede justificar el origen de su pasión futbolera, pero sí contar anécdotas y elecciones tan extrañas como su nostalgia porteña: “No tengo fanatismo por unos colores; siento algo muy fuerte por la pelota que supera todo razonamiento”, reconoce.

–Marcelo Bielsa recibe elogios como DT de la Selección chilena, ¿sigue tan fanático del él?

–Absolutamente. Le mandé una carta entrañable cuando renunció a la Selección, por supuesto nunca me contestó, tampoco esperé una respuesta. Yo salgo a correr muchas veces y recuerdo el slogan de un maratón que decía “Yo corro porque…”, y había que completar la frase. Yo puse: “Yo corro porque copio a Bielsa”, porque él siempre corría en las concentraciones. Creo que es lo contrario al chanta argentino, nos hace mucha falta más Bielsas.

Hace un mes, Antonio jugó en la cancha que mejor le cabe. Fue en La Trastienda, cuando presentó su último trabajo, “Sopa”, canciones escritas y grabadas entre 1989 y 2008: “Es la demostración de que los temas podrían haber sido de otra manera”. Aparenta ser íntimo, experimenta sonoridades diferentes e intenta reflejar el estilo y la personalidad del actual Birabent: “Hacerlo fue redescubrir ese camino de canciones e inquietudes que transito ahora. Por otro lado, hoy estoy pensando en lo que vendrá, en los temas que estoy componiendo y grabando en Los Ángeles que saldrá en octubre. Me identifico con lo que está por venir, con lo nuevo”.

–¿Qué cosas lo conmueven ahora a la hora de componer?

–Casi todo me resulta estimulante. Aunque últimamente son más las cosas que me estimulan en forma negativa. Sobre eso escribo todos los días.

–¿En qué punto de ese proceso la obra se convierte en un hecho artístico?

–En la privacidad compositiva. Puedo sentarme en un bar para pasar en limpio una idea que se me ocurrió, mientras observo a un tipo parado en una esquina. Ahí estoy en el momento más puro. Para quien compone, el lugar de encuentro es una génesis muy privada.

–¿Es cierto que podría escribir un tema por día?

–Siempre escribí mucho y fui muy desordenado haciéndolo. Sé que me falta disciplina. Pero ya me acostumbré, lo tomo como parte de un estilo, de una manera que ya conozco y que me sigue resultando interesante. Cuando digo que podría escribir una canción por día: ¡sé que no podría hacerlo!

–Dijo que hace tiempo que no compra discos, ¿los baja por Internet?

–No bajo nada por Internet, escucho casetes.

–¿Por qué no tiene un público popular? ¿Es más fácil lograrlo que evitarlo?

–La sociedad se degradó de tal modo que la cumbia y el rock de letras pedorras son la música popular. Hoy sólo estoy interesado en componer mis mejores canciones. Todo lo demás me excede.

Fotos: Margarita Fractman.

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