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jueves, 27 de enero de 2011

James Franco






Y el ganador... ¿soy yo?”. Conducirá la ceremonia de los premios Oscar y está nominado como mejor actor por su rol en “127 horas”. Además, escribe, dirige y pinta. Un todoterreno.

La nueva cara de moda en Hollywood: es la de James Franco, un lindo chico de 32 años conocido por su papel de Harry Osborn, el hijo y sucesor del Duende Verde en la trilogía de El Hombre Araña. Su intención al presentarse al casting para esa película era apoderarse del protagónico papel de Peter Parker, pero tuvo que conformarse con ser el amigo (y más tarde rival) del héroe. Tuvo que esperar unos años para saltar de verdad a los primeros planos: ahora está nominado al Oscar al mejor actor por su trabajo en 127 horas, el filme de Danny Boyle que competirá como mejor película. Y, como si esto fuera poco, él conducirá la ceremonia de entrega de los premios junto a Anne Hathaway. Trabajo riesgoso, pero no para él: “Soy feliz con las críticas. Incluso si pasan a ser Los peores Oscar de la Historia, no me importa. Es sólo una noche en el año”, declaró a Entertainment Weekly.
Así como Viggo Mortensen es hincha profesional de San Lorenzo y tiene una editorial de poesía y fotografía, Angelina Jolie es adoptadora compulsiva y Robert Duvall baila el tango, la gracia extracurricular de Franco, ésa que muestra que no es un actor y punto, es su inclinación por las letras. El tema cultural viene de familia: sus padres se conocieron en las aulas de la universidad de Stanford; y aunque el papá, Douglas, terminó teniendo una empresa de embarque de containers, su mamá, Betsy Lou, es poeta y editora. La abuela paterna era escritora y la materna, dueña de una galería de arte. James creció en California con ellos y sus dos hermanos menores; pese a su talento para la matemática y una pasantía en la empresa tecnológica Lockheed Martin, después de la secundaria se metió en la UCLA a estudiar literatura. Abandonó al año para dedicarse a la actuación y su primer trabajo importante fue en la serie Freaks and Geeks, que duró sólo una temporada al aire pero fue, según dijo, “uno de sus trabajos más divertidos”. Ahí conoció y trabó amistad con dos talentos de la nueva comedia: Seth Rogen y Judd Apatow. Ganó trascendencia cuando se llevó un Globo de Oro por su interpretación de James Dean en una biopic televisiva de 2001: al año siguiente entró al mundo de El Hombre Araña. Después probó ser un buen comediante en Pineapple Express (con una nominación al Globo de Oro y el premio como Fumón del Año de una revista canábica), donde volvió a trabajar con Rogen y Apatow, y mostró su corrección política como pareja de Sean Penn en Milk.
También hizo del poeta Allen Ginsberg en Aullido, y aquí vuelve a aparecer la literatura. El año pasado publicó un libro de cuentos, Palo Alto, sobre jóvenes desencantados con la vida (futura materia prima de películas argentinas). Uno de los resultados de su voracidad académica: en 2006 volvió a la UCLA para terminar la carrera inconclusa, después se anotó en un curso de escritura en Columbia, uno de dirección cinematográfica en la Universidad de Nueva York y otro más de escritura en el Brooklyn College. También pasó por cursos de poesía en Carolina del Norte, de diseño en Rhode Island y de literatura inglesa en Yale. Ah, y también pinta, “últimamente, más de lo que actúo”.
Tiene unos cuantos proyectos por delante. Lo veremos en Rise of the Apes, una precuela de El planeta de los simios y en Your Highness, una comedia medieval con Natalie Portman. También se mencionó su nombre en relación a The Complete Linda Lovelace, donde haría de esposo de la estrella de Garganta profunda. Al respecto, Franco -de novio con la actriz Ahna O’Reilly-, contó que grabó un video sexual y no le gustó: “Si alguien ha hecho una cinta de sexo casera, sabe que lo que mejor se siente no es siempre lo que mejor se ve. Recuerdo haberlo hecho cuando tenía 19 y luego de ver lo grabado y pensé ‘Dios, se ve horrible’. Por eso respeto a los actores porno: ellos no están simplemente haciéndolo, sino que están vendiéndolo”.

Una historia real. En “127 horas”, Franco es Aron Ralston, un aventurero que, en un paseo solitario por una zona montañosa de Utah se cayó de tal forma que su brazo quedó atrapado debajo de una roca. Estuvo cinco días así hasta que logró salir (ya verán cómo). Está basada en una historia real.
clarin espectaculos

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